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13 ABRIL 2020

de POBLES i TRADICIONS

Llegado el día de Pascua los villanoveses siguen con su tradición, aunque de unos años hacia aquí las cosas han cambiado un poco, pero este año al ser diferente muchos de ellos volverán a las tradiciones de cuando eran pequeños.

Retrocedemos en el tiempo y vamos a vivir una Pascua diferente a la que tenemos ahora.

Villanueva de Alcolea, año 1950, al sonido de las campanas la gente del pueblo va acudiendo a la iglesia para participar en la procesión del Encuentro, dónde lo único que se oye en ese momento es el cántico del Aleluya que entonan los feligreses cuando la Custodia se encuentra con la Virgen María en el recorrido, seguidamente todos van a oír la misa del domingo de Resurrección.

Tras esto la gente se reúne en la plaza del pueblo y desde allí la juventud sale al campo a celebrar el día de Pascua. Se van a “les senies” como ellos dirían en su lengua materna, las norias en castellano aunque en esta ocasión se refieren al campo que contiene una noria, a pasar el día. Allí preparan su paella el primer día y una “torrà” para el segundo.

Para la hora de la merienda, todos llevan su cesta de comida. Lo típico es una hogaza de pan con “mullà i tallà”, mona dulce y gaseosa o porrón de vino con gaseosa.

Pasarán el día cantando y bailando, y pronto a casa para coger con energía el segundo día de Pascua.

Los más pequeños se quedan en casa y después de comer, engalanados con su pañuelo típico pascuero,  se van a merendar a casa de algún amiguito, se quedan al cuidado de una madre y pasan la tarde en una azotea, eso sí, niños por un lado y niñas por otro, aunque los más grandecitos y atrevidos saltan de una azotea a otra cuando se despista la madre de turno. De alguna manera tenían que impresionar a las chiquillas. Todos llevan su merienda, que consiste en un bocadillo pequeño, un huevo  teñido de algún color y un trocito de bizcocho con anises de colores.

Después de merendar cada uno a su casa, los pequeños que van en grupo recorren las calles cantando canciones populares, bailando y tocando las castañuelas.

Damos un salto en el tiempo y avanzamos hasta 1982.

Tras la guerra civil, Villanueva de Alcolea se quedó sin banda de música. Fue en este año cuando volvió a formarse. Ahora el día de Pascua será diferente en todos los sentidos. Los tiempos han cambiado. En la procesión del Encuentro, ahora sonará la banda de música tocando el Aleluya de Haendel, y será Cristo Resucitado quién se encuentre con Santa María Magdalena, portados en sus peanas por la gente joven del pueblo.

Las pandillas ya salen chicos y chicas todos juntos a celebrar el día. Y aunque los tiempos han cambiado, como apuntaba hace un momento, las tradiciones siguen vivas. Celebran la Pascua en el campo, haciendo su paellita y entonando canciones populares, bailando y ahora sí, merendando mona de Pascua con un trocito de chocolate.

Ha llegado el momento de dar el último salto en el tiempo, año 2020.

Otra vez los tiempos han cambiado. Desde hace unos años, la gente aprovecha estas fechas para viajar. Pero Villanueva tiene un atractivo especial, lo que hace que la gente vuelva al pueblo para celebrar estas fiestas. Siguen con su tradición eclesiástica, a la que acude todo el pueblo. Después se concentran en la plaza Arnau de Vilanova para hacerse un aperitivo y, unos al campo y otros de restaurante, pero todos celebran este día.

Este año la gente ha sido prudente, pero no han dejado de celebrar esta fiesta desde sus casas, volviendo a las tradiciones de las azoteas, aunque eso sí, no con amigos si no en familia, preparando la comida típica para este día y los dulces tradicionales.

Muchos han vuelto a sentir la sensación de cuando eran niños, recordando y contando batallitas de aquella época ahora muy lejana. El confinamiento ha hecho que los hijos escucharan historias del pasado que posiblemente no habían tenido ocasión de contarles y ahora ellos les han prestado atención.

Una Pascua diferente, pero no por eso peor. La procesión, la banda de música y el bullicio de la  gente lo dejaremos para el 2021, este año han sonado las campanas del pueblo anunciando que Cristo había resucitado.  Este año toca quedarse en casa y esto lo recordaremos con mucho cariño gracias a nuestros mayores.

Mi más cariñoso agradecimiento a Blanca Bellés, Otilia Rambla y Teresa Ferreres.

Tres generaciones, tres vivencias. Ellas han hecho posible desde el confinamiento que os pudiera contar esta historia.

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